Hace unos días, leí una historia de un niño que estaba rezando. Le pedía desesperado a Dios que le convirtiese en un televisor. El niño decía algo así como:
—Por favor, Dios mío, conviérteme en un televisor. Todos los días la gente se reúne alrededor de la tele para verla y escucharla. No la interrumpen. Se le toma en serio cuando habla. Mis papás están ocupadísimos, pero cuando llegan a casa le dedican su tiempo libre. Mis hermanos se pelean por tomar asiento frente a ella para prestarle atención… Dios mío, solo quiero vivir lo que vive la tele de mi casa. Solo quiero tener la sensación de que la gente que me importa lo deja todo por pasar unos momentos a mi lado.
La historia me conmovió.
Si tu atención está dispersa en cien cosas o está consumida por las preocupaciones y tareas pendientes, no te quedará espacio para hacer lo que realmente es importante en tu vida. Por eso a veces generamos situaciones como las que vive el niño de esta historia.
Acostúmbrate a ver en 4 dimensiones
Las prisas y las ganas de hacer cosas para quitarte tareas de encima y cumplir con lo que se espera de ti, pueden llevarte a hacer sacrificios en otras áreas importantes. Si en lugar de reaccionar y hacer las cosas impulsivamente, te paras a dar una respuesta bien meditada, tus victorias serán más integradoras.
Si te pierdes en un sin fin de actividades, pero te olvidas de hacer lo importante en el resto de áreas de tu vida, pronto te sentirás agobiado. Aprende a contemplar tu realidad en visión panorámica y observa cómo está todo conectado entre sí.
Intenta ganar en las cuatro áreas de tu vida:
- Ámbito personal
- Hogar
- Tu trabajo
- Área social
Percibe todo lo que sientes y cuanto te rodea
La conciencia plena es la suma de tu atención y tu intención. Se necesita presencia para ganar. Si no estás atento y no aprendes a gestionar tu atención para dirigirla a las cosas importantes, irás perdiendo el ritmo de tu vida, te sentirás confuso y desbordado.
Vivimos en un contexto que exige mucha atención. Miles de estímulos demandan tu atención, y no siempre para tu mayor utilidad. Saturados de anuncios y sin preferencias claras, vamos de distracción en distracción, como los chiquillos que se llevaba el flautista de Hamelin.
Cuando estás presente y desarrollas tu atención plena, generas el espacio suficiente para canalizar tu energía a las metas y prioridades importantes, compensando interrupciones y distracciones.
Despeja tu mente y céntrate en tus prioridades
El día sólo tiene veinticuatro horas y no da tiempo a todo, pero sí a lo realmente importante. Con intenciones claras y tus prioridades en orden estarás en condiciones de enfocarte en lo importante y conseguir que tus metas y proyectos prendan.
Para enfocarte en algo alinea tu atención con tu intención. Tus recursos son limitados y su impacto es pequeño cuando te dispersas demasiado. Los rayos del sol disipados no pueden prender fuego, pero sí cuando una lupa los focaliza. Concéntrate en unas pocas cosas importantes y sácalas adelante. Ese será el mejor uso de tu tiempo, el que sacará lo mejor de ti.
Si en lugar de elegir te dejas llevar y reaccionas a los estímulos y demandas de otros, te será difícil progresar y lograr que tu vida fluya.
Alterna el sprint con la siesta
Para gestionar tu tiempo y conseguir los resultados que deseas aprende a alternar los dos tipos de respuesta que las personas pueden dar.
- Por una parte, puedes comportarte como cuando vas a entrar en una batalla y es cosa de vida o muerte; combatir o huir. El estrés y la adrenalina te impulsarán a avanzar, incluso sin que notes las heridas experimentadas en el campo de batalla.
- Por otra, puedes pararte a descansar, a digerir las experiencias y dejar que tu cuerpo se recupere y que tu mente conecte las ideas.
Si abusas de uno u otro estado te quemarás. Si te excedes por sobreactuar acabarás con estrés. También puedes acabar dándole demasiadas vueltas a lo mismo sin tomar ninguna acción. Aprende a combinar ambas respuestas para caminar a la vida que sueñas.
Descubre tu biorritmo ideal
Cada persona tiene su biorritmo. Una estrategia básica para mejorar tu productividad y gestionar mejor tu tiempo consiste en escucharte y averiguar cuándo tienes más energía a lo largo del día. Piensa en qué momentos son los más propicios en tu caso para atacar cada tipo de tarea.
Si eres como el búho, te gusta acostarte tarde, hacer vida nocturna y no tienes problema para trasnochar. La alondra es opuesta al búho. Le encanta madrugar y acostarse tempranito. El colibrí estaría entre medias de uno y otro y su punto álgido de energía es por la tarde.
Procura realizar las actividades más exigentes cuando tu nivel de energía y tus ganas de comerte el mundo sean más altas. Organiza tu agenda en torno a quién eres. Así harás más con menos.
Elimina la paja antes de ir al grano
Antes de ponerte manos a la obra con tu lista de tareas empieza por eliminar las que no sean realmente necesarias. Después prioriza y ponte primero con lo más importante.
Acumular tareas en tu lista de quehaceres es fácil. Completar tareas sin cuestionar su importancia relativa te pone rumbo al desgaste. Ten en cuenta también el coste de oportunidad, es decir, lo que dejarás de hacer y el impacto que eso tendrá.
No se trata de trabajar o hacer mucho, sino de conseguir que tu trabajo cuente. En el extremo, trabajar por trabajar o hacer más y más cosas compulsivamente es una forma de evasión, como fumar o inflarte de copas. El futuro de los adictos al trabajo no es nada agradable. No hagas las cosas por hacer.
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