Conócete a ti mismo. Sé creativo y busca esas pequeñas o grandes mejoras que resuelven los problemas que te agobian en tu día a día.
¿Quieres hacer más con menos? Busca rutinas que te ayuden a fluir, que se adapten a tus circunstancias particulares y talentos naturales. Elige hábitos que te conecten con la mejor versión de ti mismo. Te sentirás más auténtico y descubrirás que eres más eficaz resolviendo las cosas.
1) Empieza desde donde estás ahora
Acepta dónde estás y, desde ahí, busca qué te podría funcionar. No te compares con los demás. Anda tu camino a tu manera y a tu ritmo. Céntrate en tu propio avance y aprende a celebrarlo.
Hay muchas recetas que no sirven para todo el mundo. Tú eres el cocinero y tú eliges. No te empeñes en adoptar rutinas sólo porque a otro le hayan sido útiles.
Diseña y haz tus experimentos con base en el principio de las pequeñas mejoras continuas: la filosofía del kaizen. Da suficiente tiempo a tus experimentos y haz un intento sincero. Después observa los resultados, reconoce las sensaciones y decide qué te funciona y qué no.
Si una receta no te gusta, prueba otra. No te rindas. Modifica lo que veas oportuno hasta que veas frutos y sientas que el proceso te aporta vida. Ten paciencia y disfruta también del viaje. Poco a poco llegarás a tu destino.
Recuerda que cada pequeña mejora se suma a la anterior y pronto generan cambios espectaculares. Igual que cuando aprendiste a montar en bicicleta, tus nuevas rutinas te llevarán con paso más alegre, suave y firme a la vida que sueñas.
2) Busca ritmo, no equilibrio
Necesitas ritmo para correr los 1500 m, para tocar en un grupo de música o para circular por la ciudad. Adáptate al compás adecuado para cada situación. Cada momento trae su afán, pero si no cuentas con un buen ritmo te sentirás perdido.
El concepto de equilibrio es demasiado estático. Busca rutinas que te sirvan para organizar tus actividades, conseguir tus metas y proteger tus prioridades. Se trata de hacer música con tu vida, no una foto fija de portada para las revistas.
Apuesta por los hábitos que mejoren la dinámica entre las cuatro áreas clave de tu vida (personal, familia, trabajo y sociedad). No equilibres un área de tu vida a costa de perjudicar a otra.
Para llegar a todo, hay que combinar el acelerador con el freno, saber adaptarse al tráfico del día y los retos de la carretera. Procura disfrutar de la conducción y vela por la vida.
Un buen ritmo crea armonía. Te permite sentir qué necesitas y te hace más fácil adaptarte. Te aporta la flexibilidad oportuna y la firmeza cuando es necesario. Busca buenos ritmos vitales. Así, podrás abrazar el cambio, ser flexible ante los imprevistos y fluir en todas las áreas de la vida.
3) Deshazte de los dogmas
No creáis nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen; creedlo después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia. — Buda
Crea rutinas, no dogmas. No son aconsejables los dogmas rígidos. Si un principio está demostrado y describe una ley del universo, acéptalo. De otro modo, mantén tu escepticismo. No ignores la realidad. Por ejemplo, el Sol sale por el Este y está más que demostrado. También es cierto que las burbujas de aire flotan en el agua y salen a la superficie. Usa esos conocimientos a tu favor.
¡Ojo! Si te entregas al dogmatismo y la superstición tu vida será un caos. Cuestiona tus creencias. El dogma es un sumidero de energía y un lastre para tu creatividad. Lo reconocerás porque viene acompañado de condescendencia, de intolerancia, de culpabilidad, de miedo y de posiciones indiscutibles.
Asume principios solventes y prácticas recomendadas basadas en la experiencia, los resultados demostrados y la investigación.
4) Alimenta tu estado óptimo
No es bueno abusar, ni siquiera de tus fortalezas. Por ejemplo, combina los momentos en los que estás más comunicativo y lleno de energía con rutinas de relajación, minutos de soledad y silencio.
Así evitarás los extremos peligrosos. Esta costumbre te mantendrá sano, alejándote de la depresión o la manía, y disfrutarás más de lo que haces.
Sintoniza con tus talentos y afínalos con tus hábitos.
Conecta con esa forma de hacer las cosas que te hace sentir auténtico, que avanzas y que estás a gusto.
La finalidad no es ser un esclavo de tus puntos fuertes, pero tampoco quieres ignorarlos. Lo que más te ayudará es desarrollar rutinas capaces de combinar tus fortalezas con otras actividades, para que tu energía sea firme y serena.
5) Un solo cambio por vez
Para conseguir la victoria plantéate menos objetivos y más realistas. Céntrate en tu siguiente paso y en las rutinas que te ayuden a afrontar tus retos. Así avanzarás más en menos tiempo y con menos agobio.
Pasos pequeños y nunca más de una o dos rutinas por vez. Quien mucho abarca poco aprieta. Si quieres ir deprisa porque tienes urgencia por cambiar tu situación, lo más probable es que al poco tiempo te hayas rendido.
Para que no te desanimes, baja tus expectativas y concéntrate sólo en uno o dos cambios que te parezcan importantes en este momento.
Es posible que no sepas por dónde empezar. ¿Quieres que te eche una mano? Aquí encontrarás una guía personalizada para que construyas nuevas rutinas con las que hacer que tu vida fluya y te llene más.
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