Según algunos estudios recientes el pesimismo permite estimar mejor la situación y el optimismo ayuda a sobreponerse ante los contratiempos.
¿Cuál de estos dos «súper poderes» te gustaría tener? Tómate un momento y piénsalo…
Aquí tienes mi consejo:
Si quieres avanzar en todas las áreas de tu vida, empieza a cultivar tu optimismo.
Te explicaré el porqué con una breve historia:
Haz del pesimismo una competencia consciente (asume antes de empezar que algo saldrá mal, ponte en el peor escenario y prepárate). Pero, una vez que salgas al ruedo de la vida… Camina erguido, enfréntate al toro a pesar de las cornadas. Improvisa ante las adversidades. Busca la victoria. Aspira a la gloria, que se note que eres un optimista convencido.
La historia que te voy a contar es increíble, pero cierta. Está ampliamente documentada —busca en tu biblioteca el libro de Alfred Lansing, Endurance (El increíble viaje de Shackleton).
Se trata de un relato asombroso del aventurero anglo-irlandés Ernest Shackleton, navegante de profesión, que organizó una expedición al Polo Sur teniendo como objetivo: cruzar la Antártida por tierra.
Su famoso anuncio para reclutar navegantes decía: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Escaso pago. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.”
Cinco mil personas respondieron y se hizo una cuidadosa selección entre marineros experimentados, cocineros, médicos, hasta aristócratas y fotógrafos.
La mala suerte se cebó desde el principio contra ellos. Pero la determinación y el optimismo lo cambian todo…
Según Shackleton, la cualidad número uno del explorador debe ser el optimismo. Mucho más importante que el coraje o la perseverancia. Porque “el optimismo anula la decepción y prepara a uno más que nunca para continuar avanzando.”
En septiembre de 1914, Ernest Shackleton, al mando de 27 hombres, zarpó al gélido mar de Weddel en un pequeño barco camino al Polo Sur. Unos tremendos e inesperados vendavales aglutinaron los bloques de hielo, las temperaturas cayeron en picado y rápidamente quedaron atrapados en un mar congelado de más de un millón de kilómetros cuadrados. Estaban solos. No tenían radiotransmisores.
La presión sobre el casco de la nave subía día tras día
Al décimo mes el hielo aplastó la nave. Sabiendo que en cualquier momento el mar volvería a descongelarse, para sobrevivir decidieron atravesar con dos botes salvavidas los 586 kilómetros que les separaban de la tierra firme conocida más cercana: La isla Elefante.
Intentaron arrastrar los botes, pero cada pocos cientos de metros se enfrentaban a una cresta de hielo y tenían que pararse a picarlas para abrirse camino entre ellas. Tras dos días de trabajo agotador a temperaturas bajo cero, solo habían recorrido 3 kilómetros. Los cinco días siguientes avanzaron solo 9 millas más. Luego, las crestas fueron creciendo mientras el firme se iba ablandando.
Tuvieron que desistir y volver a esperar… durante meses. Finalmente, el bloque de hielo se fue granizado y pudieron lanzar sus botes para navegar un mar traicionero y capaz de triturarlo todo.
Arribaron a una isla sin vida, minúscula y baldía, en mitad de la nada. Hacía 497 días que no pisaban tierra firme. Pero, una vez allí, aún quedaba lo peor: alcanzar la Isla Georgia del Sur, ¡a 1300 kilómetros!
Shackelton y cinco de sus hombres tomaron el bote salvavidas en mejor estado para cruzar el mar de Hoces, entre el cabo de Hornos y las islas Shetland del Sur, el trecho de océano más temible del mundo. Galernas incesantes (con vientos huracanados de hasta 320 km/hora) y olas de hasta 30 metros.
Sus probabilidades eran casi nulas. Sin embargo, lo lograron
Con el bote destrozado, solo pudieron llegar al costado de la isla opuesto al puerto ballenero al que necesitaban arribar. Les separaban 51 kilómetros con montañas de 3000 metros que nadie antes había cruzado. Ellos serían los primeros, no tenían elección.
La vista resultó decepcionante. Miré desde un empinado precipicio hacia un caos de hielo arrugado, cuatrocientos cincuenta metros por debajo de nosotros. (…) En recuerdos éramos ricos. Habíamos penetrado el barniz de la superficie. Habíamos «sufrido, padecido hambre y triunfado; nos habíamos humillado y, sin embargo, habíamos tocado la gloria, habíamos crecido con la grandeza del todo». Habíamos visto a Dios en Su esplendor, oído el texto que interpreta la naturaleza. Habíamos alcanzado el alma desnuda del hombre.
—Reflexiones de Shackelton en la isla
Cuando el 20 de mayo de 1916 entraron tambaleándose al puerto, cualquiera que los veía se quedaba pasmado. Eran tres hombres negros como el carbón (por el aceite de foca que habían usado como combustible), que bajaban desde las montañas. Vestidos con rasgados y sucios harapos. Nadie en toda la historia de aquel puerto ballenero había entrado desde esa dirección.
Todos conocían la expedición de Shackleton, que había desaparecido diecisiete meses atrás. Los balleneros saben muy bien lo traicionero y despiadado que puede ser el hielo. Todos habían asumido un naufragio sin supervivientes.
Shackleton, seguido por una multitud silenciosa, se acercó hasta una puerta y llamó. Salió a abrir un hombre, dando un paso atrás para contemplar la escena en un largo silencio. Luego preguntó, «¿Quién demonios eres tú?»
El que estaba en el centro dio un paso al frente y dijo, «Soy Shackleton.» Según los testigos, el hombre de aspecto duro que estaba en la puerta volvió su rostro y lloró.
Esta historia, de la que solo te he dado unas pinceladas, es totalmente cierta.
Shackleton, uno de los exploradores más heroicos de todos los tiempos, que consiguió asombrar con esta hazaña al mundo, dice que cuando las cosas salgan mal te olvides del pesimismo y te des cuenta de que para llegar a buen puerto en tu vida…
EL OPTIMISMO ES TU MEJOR ALIADO
Está todo en tu cabeza. Determina de antemano que vas a ganar. En los momentos clave, todo se reduce a lo que te dices: O bien te dices que no hay esperanza o te dices que puede hacerse. Nunca esperes a que el futuro te dé la respuesta.
Amigo fluentista, cultiva una actitud optimista que te dé el vigor necesario para tener fortaleza ante la adversidad.
Piensa que puedes encajarlo, que resistirás, que todo va a salir bien, que otros han pasado por mayores adversidades y que hay algo valioso que ganarás y aprenderás.
Los seres humanos, tú incluido, pueden soportar tremendas dificultades sin romperse, como nos demuestran esta y otras historias.
¡Ánimo, tú puedes conseguir lo que te propongas!
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