Continuamos con la motivación personal. En la parte I, te hablé de tres tipos de motivación.
Te comenté que los factores clave de una motivación intrínseca son…
- Autonomía — el deseo de dirigir tu propia vida y tu trabajo.
- Maestría — el impulso de ser mejor en algo que importa.
- Propósito — el anhelo de hacer algo que contribuya a una causa más grande que tú mismo
La motivación extrínseca (1.0 y 2.0) se alimenta de nuestros instintos.
Nuestros comportamientos indican si la motivación es externa o interna. La motivación extrínseca funciona porque todos estamos diseñados para sobrevivir, evitar el dolor y perseguir el placer. Nacemos con un sistema nervioso capaz de aprender a base de amenazas de muerte, palos y zanahorias. Hasta aquí nada nuevo.
La motivación intrínseca es diferente.
No se nace con ella. Se aprende. Podemos movernos con una fuerza sin igual: nuestra voluntad. Gracias al desarrollo de nuestro sistema nervioso y del neocórtex, en lugar de ser esclavos de los instintos, tenemos margen para actuar libremente. Al menos mucho más que otros seres vivos.
Este libre albedrío permite comportamientos que no vienen de serie. Nuestra libertad es un ‘extra’ que amplía nuestra autonomía y adaptabilidad. Se ejercita haciendo las cosas a propósito (en lugar de sin querer, o porque te obligan). Esta flexibilidad es un potencial que nos sirve para superar las adversidades, ser diestros en lo que elijamos, aprender con alegría y pasión, sobrevivir y crecer óptimamente, sin caer en la pedagogía venenosa que cree que la letra con sangre entra.
A la larga, hacer las cosas porque tú quieres, compensa. Actuar con libertad genera resultados superiores que si te mueves por presiones externas.
Para dejarlo bien claro: hacer algo porque uno quiere no significa despreciar el dinero, ni el reconocimiento o trabajar por menos de lo que valen tus servicios. Significa que esas recompensas tienen su mérito, pero juegan un rol distinto porque no son lo único que te importa.
¿Cómo aumentar tu autonomía?
Sentimos que ‘mandamos sobre nuestra vida’ en la medida en que tenemos control sobre estas 4T’s:
- Tarea — Elegir a qué actividades nos dedicamos
- Tiempo — Escoger cuándo hacemos nuestras tareas
- Técnica — Decidir cómo hacer nuestro trabajo
- Tribu — Establecer con quién colaboramos
Si te sientes atrapado o desmotivado repasa estas 4T’s, identifica qué te falta y busca soluciones.
Y para ser realmente bueno en algo, ¿qué necesitas?
En primer lugar hace falta una condición previa: fluir.
Fluir significa que la dificultad de la tarea que tienes por delante está en su justa medida: no es tan fácil que te resulte aburrida, ni tan difícil que te agobie o te parezca imposible. Fluyes cuando el reto está a la altura de tu preparación actual. En estado de flujo, la actividad te absorbe; el tiempo pasa más deprisa, casi sin sentir.
Entrar en ese fluir una y otra vez es necesario para ser un maestro, pero no es suficiente. Se requieren otras tres cualidades más:
- Mentalidad adecuada — Comprender que cualquier destreza es infinitamente mejorable. Todo se puede hacer un poco mejor.
- Aguante — Estar dispuesto a esforzarse para adaptarse al reto, aprender y crecer. Estar dispuesto a pagar el precio: aceptar el dolor y la ansiedad que conlleva ser grande en algo.
- Deportividad — Más alto, más rápido, más lejos. Hablamos de humildad. Se trata de progresión, no de perfección. La perfección —como el horizonte— no está para ser alcanzada, sino para orientarnos y servirnos de inspiración y guía.
¿Para qué sirve un propósito y cómo se llega a tener uno?
Un propósito es simplemente una causa mayor y más duradera que nosotros mismos.
De serie, todos los seres vivos hacen cuanto está en su mano para sobrevivir. Solo los seres humanos, que saben que algún día han de morir, tienen una opción extra (no es obligatoria). ¿Cuál es ese ‘extra’ específicamente humano? Sencillamente que las personas pueden dar a su vida un sentido más hondo que la mera supervivencia.
Un propósito armoniza y da un contexto a nuestra autonomía y potenciales. Es decir, que podemos dar sentido a nuestra vida. Tenemos el poder de trabajar por algo que merece la pena (la esencia del amor). Cada uno decide qué legar a la humanidad para facilitar o dificultar su supervivencia, su crecimiento y su expresión libre, consciente y creativa.
¡Vivir es un arte, no una ciencia!
Ser práctico no debe de estar reñido con hacer aquello que tiene sentido para ti. Por ejemplo, puedes ganar dinero con tu negocio y hacer de este mundo un lugar mejor. La productividad o la competitividad son compatibles con el honor, la belleza o la bondad.
¿Qué es más importante para una vida plena, el dinero (utilidad) o el propósito (finalidad)?
Un grupo de investigadores fueron a buscar la respuesta entre la población de universitarios. Algunos estudiantes tenían aspiraciones extrínsecas, como ser ricos o famosos. Otros las tenían intrínsecas, se proponían ayudar a otros a mejorar sus vidas, aprender y crecer.
Haciendo seguimiento dos años después de su graduación el grupo de motivación personal intrínseca, tenía menos ansiedad y menos depresión, mayor bienestar y satisfacción que cuando estaban en la universidad.
Los otros, de motivación personal extrínseca, no eran más felices. Peor aún, tenían más ansiedad, depresión y otros indicadores negativos a pesar de haber conseguido o estar realizando sus metas.
Creer que para ser feliz basta con tener metas puede llevarte por una vía de autodestrucción. No basta con tener metas, hace falta que tus metas tengan sentido.
El futuro pertenece a los que conecten con una mayor motivación que la recompensa o castigo. Para gozar de una vida más plena necesitas una motivación personal intrínseca. Ese tipo de motivación personal proviene de nuestro deseo profundo de dirigir nuestras vidas, expandir y aumentar nuestras destrezas y llevar una vida cargada de sentido.
Plan de acción para desarrollar tu motivación personal
Pon en marcha tu motivación 3.0 aplicando una o varias de estas ideas:
Estrategia #1: Fomenta un estado de flujo
Por ejemplo, haz que el reloj de tu móvil o de tu ordenador salte por azar en 30 momentos distintos. Cada vez que suene pregúntate qué estás haciendo, cómo te sientes y si te sientes fluir.
Anota tus respuestas y busca los patrones:
- ¿En qué momentos te has sentido fluir? ¿En qué trabajabas? ¿Cómo lo hacías? ¿Con quién?
- ¿Cómo podrías reestructurar tu día a día basándote en lo que has descubierto?
- ¿Qué has averiguado sobre tu auténtica fuente de motivación intrínseca?
Estrategia #2: Hazte una gran pregunta
Para conectar con tu propósito imagina que una gran frase resumiera tu vida, ¿cuál sería?
Por ejemplo:
- Inventó un dispositivo que hizo la vida de los enfermos del corazón más amable.
- Fue un padre excepcional de 2 niños felices que se convirtieron en adultos sanos, libres y asombrosos.
Estrategia #3: Concreta tu propósito
Contesta en una sola frase a cada una de estas dos preguntas para resumir tu propósito:
- ¿Qué hace que te levantes cada mañana?
- ¿Qué te mantiene aún despierto a última hora de la noche?
Estrategia #4: Acércate 5 pasos a la maestría
Según el psicólogo Anders Ericsson una ‘práctica deliberada’ es la clave para llegar a ser un maestro. Estos son los pasos:
Paso 1: Recuerda que solo hay un objetivo: mejorar el desempeño. Así que no hagas siempre lo mismo, haz cambios, fíjate metas nuevas y esfuérzate por llegar un poco más lejos cada vez.
Paso 2: Repetir, repetir y repetir. Un profesional del baloncesto no hace 10 tiros libres al final del entrenamiento; hace 500.
Paso 3: Busca feedback constantemente de alguien con criterio. Si no sabes qué estás haciendo mal, no sabrás que necesitas mejorar.
Paso 4: Focalízate sin piedad donde necesites ayuda. Tendrás que entrenar tus fortalezas y trabajar para reducir tus debilidades.
Paso 5: Asume que el proceso será física y mentalmente extenuante. Por eso muy pocos llegan a maestros en algo, pero es lo que hace a los maestros.
Ahora debería quedar claro por qué la motivación extrínseca es insuficiente. Simplemente, los palos y las zanahorias no bastan para estar a la altura de los retos actuales a la hora de organizar, pensar y hacer lo que hacemos.
Para saber más sobre este tema te recomiendo leer: La sorprendente verdad sobre qué nos motiva, de Daniel H. Pink
Es hora de abrazar una motivación personal más significativa. Los elementos esenciales para activar ese proceso de motivación 3.0 son los siguientes:
- Autonomía, impulsada por las 4T’s: Tarea, Tiempo, Técnica, Tribu
- Maestría, que requiere fluir y la mentalidad de un campeón
- Propósito, que supone expresar con libertad quién eres y contribuir a una causa en la que crees.
(NOTA: Si de verdad quieres impulsar tu motivación y conectar con tu poder interior, prueba esto)
Diego Dalvera
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